La novena edición de Smiley Pumpkin ya tiene la película a la que homenajeará durante los últimos días de octubre. Este año, la mítica película Terror en Amityville (Stuart Rosenberg, 1979) ha sido la elegida con motivo de su 35 aniversario.
El film, que estuvo nominado al Óscar por la banda sonora de Lalo Schifrin, es un icono de la cultura actual porque representa todas las historias sobre casas encantadas que se han contado. El gran interés por este mito surge en los años 70, después del enorme éxito de El exorcista (William Friedkin) en una década en la que las paraciencias se pusieron de moda y la sociedad empezó a sentir curiosidad por las prácticas oscuras y relacionadas con lo sobrenatural. En ese contexto apareció la leyenda urbana de esta casa que ha seguido hasta ahora porque "la casa terrorífica de Amityville" existe en la vida real y en ella tuvieron lugar cosas terribles relacionadas con asesinatos. Es a partir de esos hechos que el cine, la televisión y la literatura han dado lugar a todo el mito que ha rodeado a esta historia y que, en el caso de la cinta que nos ocupa, ha dado lugar a 7 secuelas de la original, un remake, una revisión adaptada por parte de The Asylum, un documental y dos reboots que llegarán en 2015 y 2017.
En la película se cuenta la historia de una familia que se muda a una mansión donde hubo unos trágicos crímenes. Tras varios encuentros con fuerzas sobrenaturales, la familia termina contactando con un particular sacerdote para que les ayude. Esta historia es la que se basa en los supuestos encuentros sobrenaturales que tuvo la familia Lutz en la casa de Amityville, pero lo que rodea al mito son los hechos que tuvieron lugar allí previamente.
A continuación os dejamos con un extracto de la página web "Revista Fantastique", que hace un resumen muy bueno de la leyenda de Amityville y de lo que allí sucedió.
112, Ocean Avenue (Amityville, Nueva York): la historia real
Preeliminares
La casa situada en el 112 (hoy 108, fue renumerada) de Ocean Avenue en la villa newyorkina de Amityville es un imponente edificio unifamiliar de estilo holandés con tres plantas y amplio jardín alrededor, cerca de 380 m2 de vivienda y 1000 m2 totales de parcela, con tejas oscuras y fachada blanca. Posee 6 dormitorios, 3 cuartos de baño, un salón de estar amplio, sótano acabado y garaje con capacidad para dos coches. Además tiene piscina y su propio embarcadero que da al río, y que permite tener hasta dos botes para actividades de ocio.
La casa fue edificada en 1924, y en contra de algunas versiones y comentarios basados en ellas, en su parcela jamás existió ni cementerio indio ni nada parecido (1). Y por mucho que se exageren las cosas, lo cierto es que allí jamás había pasado nada fuera lo normal hasta los años 70.
Acto I
La madrugada del 13 de noviembre de 1974, el joven de 23 años Ronald DeFeo Jr. asesinó fríamente a toda su familia: a su padre, su madre, y sus cuatro hermanos menores, de edades comprendidas entre los 9 (el pequeño John) y los 18 (su hermana Dawn). El incomprensible crimen lo cometió usando un rifle de gran calibre, y a todas las víctimas las descerrajó entre uno y dos tiros. Lo curioso del caso es que todos fueron asesinados en sus camas, en donde fueron encontrados bocabajo en todos los casos y con los disparos recibidos en la espalda o en la parte posterior de la cabeza. Digo que esto es curioso porque como cualquier lector puede pensar, es extraño que ninguno de los miembros de la familia se levantase al escuchar los primeros tiros. Pero la investigación de la policía concluyó en que los asesinatos se habían cometido en las camas, que el joven DeFeo no había usado un silenciador ni ningún otro método conocido para apagar el ruido de los disparos, y que según las autopsias ninguno de los asesinados presentaba rastros de drogas en la sangre, por lo que no habían sido dejados inconscientes previamente. ¿Cómo lo hizo entonces? Esto, alimentado hasta el máximo con todo lo que pasó después, ha generado toda clase de teorías y dudas conspiranoicas: desde que es imposible que el joven actuase solo, historias sobre incestos que implicarían a la segunda hija, Dawn (idea recogida en cierto modo por Amityville II: La posesión), teorías sobre contactos con la mafia, sectas, implicaciones gubernamentales, extraterrestres y… por supuesto, componentes sobrenaturales y satánicos, potenciados todavía más se cabe con el dato de que los cuerpos estaban en las camas… con los brazos en cruz, como siguiendo un patrón simbólico.
En cualquier caso, el único sospechoso oficial, rápidamente detenido y posteriormente juzgado y condenado, fue Ronald DeFeo. Su declaración desde el primer momento fue confusa y poco consistente, y se encontraron sus huellas en el arma y en la ropa ensangrentada, cuando estos fueron hallados envueltos en la funda de una almohada. El muchacho ha tratado, de acuerdo con su abogado, diferentes estratagemas a lo largo de los años, incluida la de alegar problemas mentales. En un periodo específico de tiempo probó incluso a echarle la culpa de tan atroces crímenes a unas voces demoníacas que habían tomado posesión de su cabeza, y que le ordenaron insistentemente que hiciera lo que hizo, hasta que no pudo resistirse más y actuó como en un sueño. Obviamente esa declaración, de la que el propio Ronald se ha retractado posteriormente, les encanta a los fans de la teoría de que en la casa hay (o hubo) algo sobrenatural muy oscuro y maligno…
Ronald DeFeo Jr aún cumple cadena perpetua en la prisión de Green Haven, en Nueva York, y a lo largo de los años todas las peticiones para dejarle salir de la cárcel en libertad condicional han sido sistemáticamente desestimadas.
Acto II
El macabro e impactante asesinato múltiple que acabo de contar, tuvo un impacto tremendo sobre el precio de la casa en la que tuvieron lugar los hechos cuando fue puesta a la venta. En 1975, y a pesar de que Estados Unidos ya vivía una burbuja inmobiliaria y de que la casa como se ha descrito es todo un casoplón impresionante, estaba siendo ofertada por la inmobiliaria Conkin por 80.000 dólares. No a todo el mundo le gusta vivir en un sitio en el que se sabe que han sido asesinadas seis personas, y había que ofrecer incentivos…
Aparece entonces la familia Lutz. Han sido informados de lo que sucedió en la casa, pero encuentran el precio tan tentador que la compran. La familia Lutz estaba compuesta por George Lutz, un pequeño empresario en situación económica algo ajustada, Kathleen Lutz con la que llevaba casado poco tiempo, y tres niños, que aportaba ella de una relación anterior. Sin adelantar acontecimientos, diremos que el hogar de los Lutz no era un dechado de felicidad, debido sobre todo a los choques continuos entre George, de carácter poco paternal, y el hijo mayor, Daniel (de 9 años), que sufrió un violento (y típico) rechazo hacia el nuevo marido de su madre. En cualquier caso, no se merecían lo que les pasó, o lo que se supone que les pasó.
Se mudaron a la casa el 18 de diciembre de 1975, y tan solo 28 días después salieron huyendo de allí llevándose poco equipaje y con el plan de no volver a la casa nunca más. Siempre según la versión del matrimonio, desde que llegaron allí no pararon de sucederse fenómenos inexplicables que habían ido en aumento, hasta el punto de que creyeron más prudente dar por perdidos los 80.000 y abandonar la casa que arriesgarse a permanecer allí con los niños. Los fenómenos incluían plagas de moscas en algunas habitaciones, puntos fríos (lugares concretos de la casa en los que la temperatura podía llegar a ser de diez y doce grados menos, de golpe y respecto a lo de alrededor), ruidos y voces inexplicables, olores fétidos repentinos, un cambio de carácter muy pronunciado en los varones (sobre todo en el padrastro George y el niño mayor Daniel) que fue interpretado como ¿posesión?, pesadillas, puertas y ventanas que se cerraban solas (el hijo mayor resultó herido con una de ellas), ataques físicos en sus camas (atención al detalle: en sus camas…), etc. Los Lutz aseguran que pasaron tanto miedo, que la experiencia marcó sus vidas para siempre.
Consecuencias
Ante una historia como la de los Lutz es muy razonable la sospecha del montaje para ganar la atención mediática y obtener lucro con el espectáculo: programas de TV, venta de libros, conferencias… Sin embargo, a favor de ellos he de decir que no fue así como sucedieron los hechos. Cuando la familia “escapó” de la casa no corrió a llamar a la prensa, de hecho eso ni formaba parte de sus planes. Trataron de buscar en donde se les ocurrió que podía haberla, y recurrieron primero a la Iglesia (contactaron con un sacerdote, el padre Ray) y luego al pasado de la casa. Contactaron con el abogado de Ronald DeFeo (sé que todo esto puede parecer de película, pero pasó), un tal William Weber, que resultó ser un personaje sin escrúpulos que trató de sacar tajada, y que lejos de ayudarles les propuso sincronizar su historia con la de su cliente y venderla repartiendo los beneficios entre todos. Los Lutz se negaron, pero Weber decidió seguir delante de todas formas, por su cuenta. Tal vez por venganza, o porque todavía esperaba estimular al atormentado matrimonio para aceptar su trato, llamó a un periodista que conocía, Paul Hoffman, que escribió un artículo sobre la vivencia de los Lutz, sin ningún permiso de ellos, en la revista Good Housekeeping. Los Lutz les demandaron por “invasión de privacidad” y ganaron en los tribunales, consiguiendo indemnizaciones de Weber, de Hoffman y de los responsables de la revista, pero el daño estaba hecho. A partir de ahí hubo un efecto dominó de reacciones. Se montaron debates a espaldas de los Lutz y se dijeron muchísimas cosas, había demasiada gente hablando de ellos, y no pudieron permanecer ajenos al asunto. Además, numerosos psíquicos, estudiosos de lo paranormal y aficionados a lo oculto andaban en su busca y (casi) captura, para pedirles permiso para entrar en la casa y para entrevistarles. Así que unos meses después de haber salido de su casa embrujada, los Lutz dieron la cara.
Los Lutz manejaron sus apariciones públicas siempre con cierto sentido. Se sintieron dolidos con lo que publicaban algunos medios, y repitieron su historia una y otra vez en algunos otros, en radio, prensa y televisión. Cabe destacar su relación con la periodista Laura Didio, que trabajaba en un pequeño canal de radio local, pero pasó a convertirse en una especie de improvisada “jefa de prensa” de la familia, la persona que llegó a tener más proximidad con ellos. A todo esto, el matrimonio Lutz siempre dejó de lado a los niños, no existen ni declaraciones ni imágenes en las que los utilizasen.
Respecto a los investigadores, la casa de los Lutz, ya conocida como “la casa del terror de Amityville”, ha sido investigada por muchísimas personas. Los Lutz no negaron jamás su colaboración, salvo que el solicitante les pareciese malintencionado. En general, en la casa no ha sido encontrado nada extraño. Psíquicos, médiums, espiritistas, científicos y expertos en esta clase de cosas pasaron días enteros allí, y ningún fenómeno paranormal sucedió. Casi. Existe una inquietante foto que supuestamente fue tomada en la casa de Amityville y que constituye uno de los pilares de los creyentes de que allí había algo. Me refiero, sin duda, a la foto de ese niño que no debía de estar allí, en la escalera (adjunta en el margen derecho). Pero a pesar de esto no tardaron en alzarse las voces críticas y escépticas incluso dentro de la comunidad de personas que creen en esta clase de fenómenos. El responsable del Instituto de Parapsicología de América, Stephen Kaplan, se convirtió en la principal voz de los detractores, después de pasar un mes entero trabajando en la presunta casa maldita. Según Kaplan, todo el asunto de la casa de Amityville es un fraude, incluso cuando los Lutz pareciesen completamente convencidos de su verdad. A raíz de la novela de Jay Anson de 1977, sobre la que me estenderé más tarde, Kaplan desmontó punto por punto prácticamente todo lo que en ella se describía como hecho basado en la realidad. En 1978 escribió junto con su esposa (parece que estos temas se tocan mejor en pareja) su propio libro:The Amityville Horror Conspiracy, en el que exponía contundentemente su teoría. A lo largo de los años, ha mantenido diferentes careos con los Lutz, sin ninguna conclusión final, por supuesto.
En el otro polo, una minoría de investigadores sí ha concedido crédito a lo que relatan los Lutz. Entre ellos destacan, sin ningún lugar a dudas, los Warren, el matrimonio de investigadores de lo paranormal tan de moda últimamente gracias a la película The Conjuring de James Wan. Lorraine Warren estuvo varias veces en la casa de Amityville y asegura (Ed Warren falleció 2006, pero ella sigue concediendo entrevistas desde la casa en la que vive retirada) que percibió con toda claridad una presencia maligna en la casa.
Por atenernos a los hechos, lo cierto es que en la casa que fue de los DeFeo y luego de los Lutz han vivido varias familias posteriormente, y ninguna ha notado nada fuera de lo normal ni se ha vuelto a repetir ningún hecho raro, más allá, claro está, de la molesta presencia de curiosos y turistas que se pasaban por los alrededores de su propiedad atraídos por el caso Lutz o por la mitificación definitiva del lugar a través de las películas. Primero vivieron allí los Cromarty, luego los O’Neil hasta 1997, los Wilson entre ese año y 2010, y a partir de ahí ha pertenecido a la familia Fragoso, que casualmente volvieron a ponerla a la venta recientemente por 955.000 dólares (no está nada mal lo que se ha infraccionado la casa en 30 años, ¿verdad?), pero que insiste en que lo hace solo a causa de un demonio que se puede dar hasta en los mejores hogares: un divorcio.
Igual de rigurosamente cierto es que los Lutz jamás mostraron ni el más mínimo resquicio de contradicción o duda en su versión. Se sometieron a detectores de mentiras en varias ocasiones superando las pruebas con éxito, e incluso cuando se divorciaron mantuvieron la unidad en cuanto a qué había pasado en aquella casa. También es un hecho probado que los hijos, que hoy son mayores, mantienen recuerdos absolutamente coherentes con lo que contaron sus padres, y que en mayor o menor medida están tocados psicológicamente por la vivencia. El mayor, Daniel, ha estado sometido a tratamiento psicológico toda su vida, y arrastra varios traumas y trastornos. Pasase o no pasase tal y como lo cuentan, lo que parece cierto es que todos los miembros de la familia Lutz creen en lo que dicen, para ellos es simplemente la VERDAD, y les afecta, sea a través de la memoria o de la sugestión.
Con motivo de este homenaje en Smiley Pumpkin podremos ver My Amityville Horror, un documental que por primera vez no se basa en los hechos sobrenaturales que tuvieron lugar en la casa, sino de los hechos originales con la familia Lutz. En el documental y por primera vez en 35 años, Daniel Lutz relata su versión de la maldición de Amityville que aterrorizó a su familia en 1975. El documental revela el horror detrás de crecer como parte de la mundialmente famosa maldición. El documentalista, Eric Walter, ha combinado años de investigación independiente sobre el caso junto con las perspectivas de Amityville de periodistas de investigación y testigos, dando paso a los testimonions más personales sobre el asunto hasta la fecha.
En Smiley Pumpkin queremos rendir homenaje a esta película que recoge una de las historias de terror más famosas de la historia del cine y que ha dado lugar a miles de teorías y especulaciones. El terror llega a Smiley Pumpkin en solo 20 días cuando nos refugiemos en la casa que nos acoge cada año. Bien pronto tendremos el póster de esta edición.
Para finalizar recordamos las películas a las que se ha rendido homenaje en otras ediciones.
2006 - 2008 - No había homenaje
2009 - La matanza de texas - 35 aniversario
2010 - El Resplandor - 30 aniversario
2011 - Scream - 15 aniversario
2012 - Sé lo que hicisteis el último verano - 15 aniversario
2013 - Muñeco diabólico - 25 aniversario
2014 - Terror en Amityville - 35 aniversario
SMILEY PUMPKIN